A menudo nos encontramos con un armario lleno de ropa, esa que de repente no combina con nada, o que dejó simplemente de gustarnos. El hecho de tener mucha ropa no significa que cada una de esas prendas nos aporten alegría. Está comprobado que las personas compran por impulso, y muchas veces al no ser una compra consciente, se termina comprando cosas que realmente no te favorecen ni te hacen feliz.
La ropa es parte de nuestra identidad y también está asociada a la manera en que nos sentimos. Adam Galinsky, psicólogo e investigador de Columbia Business School dijo: “Hace tiempo que se sabe que la ropa afecta la forma en que otras personas nos perciben, así como la forma en que pensamos sobre nosotros mismos”. La interacción que tenemos como individuos con la ropa está asociada a los sentidos y a nuestra manera de percibir. Una prenda puede evocar un recuerdo y un estímulo. Si esa prenda te hace feliz, estarás enviándole al cerebro esa comunicación, te hará recordar cosas positivas y elevarás por ende tu estado emocional.
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Bettina Hannover, psicóloga y profesora de la Universidad de Berlín, por su parte señala que diversos estudios demuestran esa correlación que hay entre la ropa y nuestras emociones. En una de las investigaciones que se hizo, se vistió a un grupo de personas de manera formal y a otro de manera más casual, siendo el grupo que se vistió de manera más formal, el que señaló adjetivos más serios para describir su personalidad. Esto nos sigue demostrando como la ropa que nos ponemos puede incluso hacernos sentir más seguros.
¿Cómo lograrlo?
Somos seres emocionales, contrario a lo que muchos piensan el cerebro está ligado más las emociones que a la lógica. Este comportamiento se da en dos vías importantes, si nos sentimos mal nos pondremos la peor ropa que tengamos en el armario, pero lo bueno de todo esto es que también el efecto se da a la inversa, si nos sentimos mal, nos podemos poner la ropa más bonita que tengamos de manera consciente y el cerebro empieza a trabajar en esa línea, sintiéndose por ende mucho mejor. Los colores, texturas, estampados, y otros elementos, todos ellos por su diseño transmiten y son interpretados según nuestra percepción.
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Es por eso que si dejamos en el armario solo la ropa que nos haga felices, no tendremos forma de ponernos algo que nos deprima. Si dejamos solo las prendas que nos eleven el estado de ánimo es una forma inteligente de elegir nuestra ropa. Esto no solo contribuirá en nuestro estado emocional, sino que también quienes nos observan sentirán la misma energía positiva. Además, hará que nuestro guardarropa tenga más espacio, esté más limpio y ordenado. La energía positiva empezará a fluir y nuestro cerebro será más eficiente.
¡Quédate con las prendas que te hagan feliz y benefíciate de sus bondades!