Para gustos los colores, y es que si hablamos de colores hay tanta variedad. Pese a esto, aunque hay prácticamente un color para cada piel, a veces elegir el adecuado no es tarea sencilla ¿Te ha pasado que te ves apagada y sin energía? Cuando esto sucede, culpamos al estilo de la ropa o incluso a nuestra edad; sin embargo, en la mayoría de los casos no tiene que ver con nada de eso; el problema es el color que elegimos.
Los colores incorrectos pueden apagarte, enfatizar tus líneas de expresión e incluso endurecer tus facciones. Estoy segura que en este momento estarás pensando – Yo no quiero nada de esto – Pero, este error es más común de lo que crees. En ocasiones elegimos los colores porque es nuestro color favorito, o porque simplemente está en tendencia, sin detenernos a pensar si nos favorece o no. Usar colores incorrectos es más negativo de lo que creemos, porque no solo nos afecta externamente sino también afecta nuestras emociones y cómo nos sentimos.
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En mis más de 11 años de carrera he podido descubrir que introducir el color al guadarropa no es fácil, pero que siguiendo estos pasos podés agregar color de forma acertada:
1. El color favorito. Usar tu color favorito será una excelente idea para iniciar. Definir cuál es ese color que te evoca las mejores emociones te ayudará a afianzarte de ellas y sentirte más segura. Eso sí, es importante recordar que deberás descartar los colores neutros, y elegir un color puro, ya que estos generan más emociones y te darán más vitalidad.
2. El color de tu personalidad. Luego, definí cuál color se parece más a tu personalidad; si tu personalidad es suave y cálida podrías escoger por ejemplo un verde eucalipto, si de repente tu personalidad es más divertida y alegre, un coral sería una excelente opción o si por el contrario sos más fuerte y enérgica, qué tal un fucsia o un azul rey. Nuestra personalidad tiene un color asociado, y si logramos identificarlo, viviremos el color de una manera más intensa.
3. El objetivo de comunicación. Pensar en lo que querés transmitir es otro factor importante, si lo que deseás es transmitir por ejemplo frescura, un color apagado u oscuro estará lejos de ese objetivo. Definir la estrategia es la clave.
4. El mejor color para tu piel. El último paso y no menos importante, es definir si esos colores que elegiste van con tu piel. Puede que hayás elegido el rojo, pero tenemos que definir cuál tono de rojo es el que más nos favorece. En este caso, lo primero que debés hacer es determinar cuáles son esos colores que te aportan más luz y frescura o por el contrario cuál de ellos te hace ver cansada y deteriorada. Podés comparar el fucsia versus el naranja y ver la diferencia entre cada uno. Generalmente si te va el fucsia, serás más fría y si te va el naranja más cálida. Luego podrás determinar el grado de luminosidad que soporta tu piel, hay pieles que se ven mejor con tonos más opacos y otras con tonos más llamativos.
Una vez que hayás realizado todos estos pasos, estarás lista para vestir a colores y disfrutar de todas las bondades que el color nos ofrece. Recordá que el color es terapia y que no solo te ayudará a verte mejor estéticamente sino que también te ayudará a sentirte mejor ¿Lista para iniciar?
Aprendé más de los colores y su psicología en el siguiente enlace: Los colores y su psicología
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